6/12/10

Acoso laboral en los suicidios de France Télécom

La Fiscalía de París ha abierto una instrucción judicial a la compañía France Télécom para estudiar el caso de los repetidos suicidios protagonizados por trabajadores del grupo y establecer las responsabilidades de la empresa en esas veinticuatro tragedias ocurridas en menos de dos años.
La propia empresa ya había encargado un informe al gabinete independiente Techonologia, para intentar comprender el exagerado estrés que padecen sus trabajadores. Un informe que el diario digital Rue89 califica de “abrumador” ya que, entre otras, en él se descubre que los asalariados de France Télécom no saben quien es su superior directo.
Al mismo tiempo, un informe de la inspección de trabajo –que ha dado origen a la mencionada instrucción judicial- ha demostrado que la empresa sabía que sus comportamientos podían afectar a la salud mental de sus trabajadores y, sin embargo, no hizo nada para remediarlo. Se trata de un informe de 82 páginas, enviado el pasado 4 de febrero a la fiscalía de París.
La inspectora de trabajo Sylvie Catala, autora del informe, señala los siguientes hechos: “Riesgo para terceros a causa de la puesta en marcha de sistemas de organización del trabajo que pueden atentar gravemente a la salud de los trabajadores; métodos de gestión que pueden calificarse de acoso moral”.
Según la inspectora, la justicia no solo debe interesarse por la responsabilidad penal de los responsables actuales de Frace Télécomo y su filial Orange, sino también por la de tres de sus ex dirigentes: Didier Lombard, anterior presidente y director general (PDG), hoy tan solo presidente sin poder ejecutivo, Louis-Pierre Wenes, antiguo director-delegado y brazo derecho del anterior, quien salió en marzo de la compañía, y Olivier Barberot, director de recursos humanos del grupo. “Los atentados a la salud mental, el no tener en cuenta los riesgos psicosociales relacionados con las reorganizaciones son el resultado de una política puesta en marcha, en todo el territorio nacional, en el período 2006-2009. La inspección de trabaja evidencia el deterioro de las condiciones de trabajo y subraya la responsabilidad de la gestión.
El 14 de diciembre pasado, el sindicato Sud presentó una por “acoso moral” y “poner en peligro la vida de otros”. En marzo, la fiscalía de Besançon abrió una investigación por “homicidio involuntario por imprudencia, falta de atención, negligencia y faltar a la obligación de prudencia”, con el objetivo de establecer las responsabilidades en el suicidio de un joven técnico de la compañía en 2009. Ahora, el Sindicato CFE-CGC-Unsa de France Télécom ha decidido constituirse en parte civil en la instrucción recién abierta.
El hecho de que la fiscalía de París haya decidido tomar cartas en el asunto significa un paso adelante porque ya no se investigan hechos (suicidios) concretos sino la estrategia general del grupo, así como a los dirigentes de una de las principales compañías europeas de comunicación.
A deducir del informe de la inspección del trabajo, que han ido publicando sucesivamente todos los medios de comunicación franceses, el estrés de los trabajadores y la oleada de suicidios en France Télécom están al parecer directamente relacionados con la estrategia marcada en la sede parisina del grupo, que pretendía aumentar la productividad en un 15% en tres años, suprimir 22.000 empleos, hacer cambiar de oficio a 10.000 trabajadores y contratar a 8.000 personas nuevas. En resumen: los efectivos del grupo han pasado, entre 1996 y 2009, de 161.700 personas a 103.000.


Siempre según el informe de la inspección de trabajo, el aumento de estrés en el personal se explicaría por la “movilidad obligatoria”, a la que no pueden negarse los trabajadores públicos; y resulta que France Télécom tiene todavía empleados a muchos antiguos funcionarios de los correos franceses (PTT). En septiembre de 2009, el periodista Ivan du Roy (1) escribía en Rue89: “El movimiento perpetuo: es la obsesión de France Télécom. Después de 2002, según el estudio llevado a cabo por el Observatorio del estrés, cada trabajador de France Télécom cambia de puesto cada veintisiete meses de media (uno de cada tres cambia cada diecinueve meses), y de lugar de trabajo cada treinta meses. Cuanto más alta es la frecuencia de los cambios mayor es la degradación de la salud. La mitad de las personas estiman insuficiente la formación que reciben y un tercio la considera inadecuada para su actividad”.
El informe de la inspección de trabajo dice que la dirección conocía los riesgos desde el principio: era un tema que se abordó en la formación de los 4.000 cuadros encargados de aplicar la nueva estrategia. “Se habló de las resistencias que iban a encontrar y de los métodos para terminar con ellas, como también se abordaron sus posibles efectos sobre la salud mental de los trabajadores. Existe incluso un esquema de lo que se denomina “fase de duelo”, explicando la postura de los trabajadores durante el proceso de cambio”. También se hace relación a la conocida como “fase de descomprensión”, caracterizada por “tristeza, falta de fuerzas, desesperación, depresión…”. A pesar de tener claramente identificados los posibles efectos sobre la salud mental de sus trabajadores, la empresa no hizo caso de los avisos que le llegaban de delegados sindicales, comités de higiene y seguridad en el trabajo, médicos e inspectores de trabajo. El informe señala la falta de prevención y la poca consistencia de las medidas adoptadas a posteriori.
Después analiza varios suicidios e intentos de suicidio. “Yo lo hice mientras trabajaba para que llegara el mensaje”, explica un empleado parisino que intentó tirarse por la ventana delante de sus compañeros. “Me dije que ya que iba a desaparecer del servicio bien podía desaparecer definitivamente”, cuenta un asalariado de Havre, que sobrevivió a una sobredosis de medicinas. Un caso espeluznante es el del trabajador de Troyes que se arrojó al tren porque no pudo soportar que le obligaran a cambiar su puesto de técnico por otro en el servicio de atención al cliente. Antes de suicidarse envió un correo a sus superiores: “No podía más. El solo hecho de entrar en este pudridero y estar encerrado me estresaba, no tenía moral… Sin embargo, no pedía mucho; solo poder hacer un trabajo más manual y técnico… Ahora ustedes pueden dormir tranquilos, les dejo. ¿Era su objetivo, no? Las únicas soluciones que hay son marcharse o acabar como yo”. Como no se suicidó en su lugar de trabajo Frace Télécomo se negó a considerarlo “accidente de servicio”.

(1) Yvan du Roy es autor del libro Orange Stressé, publicado en Francia por Ediciones La Découverte

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